En Julio de 2003, muchas mujeres pasaron del shock a la confusión y la indignación cuando se publicó una noticia perturbadora: la terapia de reemplazo de hormonas (TRH) causa más daño que bien.
Hasta entonces, millones de mujeres posmenopáusicas estaban usando alguna forma de estrógeno, una práctica común desde 1960.
Los expertos apoyaban su uso para aliviar los fogajes y los altibajos anímicos de la menopausia para mantener fuerte los huesos, posiblemente prevenir la demencia y reducir el riesgo de ataques cardíacos a la mitad. Pero el 9 de julio los Institutos Nacionales de Salud en EEUU interrumpieron un estudio clínico de la TRH debido a dudas en cuanto a su riesgo. En los estudios de los beneficios cardiovasculares para las mujeres saludables, 16.608 voluntarias habían sido designadas para tomar Prempro, una combinación de estrógeno y progestina o una píldora placebo cada día.
Cinco años de terapia ayudaron a prevenir facturas de caderas y cáncer colorrectal. Pero la THR también causó al año entre mujeres que tomaban Prempro ocho casos más de cáncer de mama, ocho derrames cerebrales más y 18 episodios de peligrosos coágulos de sangre adicionales en cada 10.000 participantes.
Los peligros adicionales superaban a las ventajas. Los investigadores recomendaron a las mujeres dejar de tomar Prempro.
“Es un evento inesperado de tremenda importancia”, dice Deborah Grady, directora del Centro de Investigación Clínica de Salud Femenina Mt. Zion, en San Francisco. Pero, dice, el proceso científico no falló. Lo que sucedió fue que los médicos comenzaron a recomendar TRH antes que realizara un estudio clínico cuidadosamente diseñado, como el que llevaron a cabo los INS. Por qué? Una gran cantidad de datos de laboratorio y de observación habían respaldado el poder de rejuvenecimiento de las hormonas. Además, las compañías farmacéuticas hicieron una gran campaña de mercadeo.
Mientras, muchos médicos siguen prescribiendo estrógenos, convencidos de que otras formas serán buenas para los corazones de sus pacientes .
Según Grady, la evidencia que respalda ese punto de vista es “casi inexistente”
Ingfei Chen
Tomado de la revista DISCOVERY en ESPAÑOL
FEBRERO 2003
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