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Foto del Dr. Ricardo Vejar Vacas (+)

Dr. Ricardo Véjar Vacas

Reseña

Mi padre, el Dr. Ricardo Véjar Vacas nació el 29 de septiembre de 1945 en Azogues, provincia de Cañar. Fue uno de los primeros médicos ecuatorianos que ejerció Terapia Neural y medicinas alternativas; y, de los pocos que logró que se le reconociera y acreditara su título de especialista en Terapia Neural en una universidad ecuatoriana.

Hijo de un oficial de policía durante su niñez recorrió, junto a su familia, distintas ciudades del Ecuador para finalmente quedarse a vivir en la ciudad de Quito. Inició ahí sus estudios de medicina, aunque los terminó en la Cuenca en el año 1981.

Durante sus estudios hizo su internado en el antiguo Hospital Militar en Quito. Durante este tiempo trabajó como médico en la Brigada de Paracaidistas del Ejército. Años durante los cuales aprendió a amar a los pastores alemanes. Serían estos los perros que lo acompañarían el resto de su vida y a quienes cuidaría con gran esmero.

Al graduarse tuvo la intención de estudiar Cirugía Plástica; sin embargo, la vida le permitió tener contacto con un odontólogo cuencano, el Dr. Toral, quien había aprendido Terapia Neural en Colombia. Se enamoró y apasionó de esta rama de la medicina y decidió viajar a estudiar en Colombia. Ingresó a la Academia de Medicinas Alternativas Los Robles, en la histórica ciudad de Popayán.

En la Academia Los Robles fue alumno del Doctor Germán Duque Mejía, eminente médico colombiano, pionero en Medicinas Alternativas en Latinoamérica. Entabló también una entrañable y estrecha amistad con quien fuera su maestro, mentor y amigo por muchos años, el Dr. Julio César Payán. 

Recibió enseñanzas de Reinhold Voll, el padre de la “Electroacupuntura de Voll” y de Peter Doch en Terapia Neural, entre otros grandes maestros de las medicinas alternativas de esa época.

Mi papá buscaba siempre lo diferente. Era una persona curiosa, indagadora, que procuraba ver más allá de lo evidente. Esa era su esencia, y fue justamente esa cualidad la que lo llevó a estudiar Medicinas Alternativas. 

Cuando regresó a Cuenca, ciudad en la que vivíamos en ese entonces, la gente le  consideró un “médico brujo”; sin embargo él no decayó en su propósito, al contrario, fue eso lo que lo empujó a seguir adelante con la Terapia Neural.
 
Su mayor herencia fue la tenacidad para ser un espíritu libre; su búsqueda de lo diferente; y, su rectitud moral a toda prueba.

Finalmente instaló su practica profesional en la ciudad de Quito. Su carrera estuvo llena de logros profesionales y varios reconocimientos entre los que cabe destacar:

  • Vocal de Directorio y miembro del Tribunal de Honor del Colegio Médico de Pichincha

  • Miembro activo del Consejo Iberoamericano en honor a la calidad educativa.

  • Honorable Educador Iberoamericano, otorgado por el Consejo Iberoamericano en honor a la calidad educativa.

  • Médico Asociado a la American Association of Natural Medicine de Miami, Estados Unidos.

  • Premio a la Excelencia Médica otorgado por la Organización Internacional de Capacitación e Investigación Médica en San José de Costa Rica y en Cuidad de México.

  • Premio a la Excelencia de Investigación en Salud concedido por la Sociedad Internacional en Investigación Salud y Desarrollo Empresarial y Tecnologías de Cartagena, Colombia.

Foto del Dr. Ricardo Vejar Vacas (+)
Foto del Dr. Ricardo Vejar Vacas (+)

Durante toda su vida disfrutó de aprender cosas inéditas, de indagar, de buscar nuevas   formas de mejorar el cuidado de sus pacientes. Por esta incesante labor obtuvo, entre otros títulos, los siguientes:

  • Especialista en Terapia Neural por la Universidad Internacional del Ecuador.

  • Especialista en Homotoxicología y Terapia Antihomotóxica.

  • Fue miembro y en algunas ocasiones fundador de muchas asociaciones y sociedades médicas de Medicinas Alternativas, entre ellas:

  • Sociedad Médico Científica Ecuatoriana de Terapia Neural.

  • Sociedad Médica de Homotoxicología y Terapia Antihomotóxica del Ecuador.

  • Asociación de Sociedades Medicinas Científicas Ecuatorianas de Medicinas Alternativas. Sociedad Médica Ecuatoriana de Terapia del Dolor.

  • Sociedad de Bioética del Ecuador.

  • Asociación Colombiana de Terapia Neural Julio Cesar Payán de la Roche.
     

Vocación

Parte intrínseca a la razón de ser de mi papá, fue ejercer a cabalidad su medicina, dedicarse a encontrar la posibilidad de curar a sus pacientes, a quienes prodigaba un enorme respeto y estima. 

Apasionado como era por su profesión, leía, investigaba, aprendía, compartía, daba clases. Parte de su gran legado es la dedicación y el compromiso absoluto con su profesión. Su enorme vocación de servicio le permitió, además, disfrutar de lo que hacía.

Dentro del ámbito de la Terapia Neural papá fue fundador de la Sociedad de Terapia Neural del Ecuador (SETENE), que considero como uno de sus grandes aportes. 


Durante cuarenta y cinco años participó en varios congresos y charlas nacionales e internacionales. Fueron espacios donde él compartió sus conocimientos sobre diversos temas, pero sobre todo de su reputada Terapia Neural, que lo llevó a crear una plataforma de enseñanza de la misma.

Otra de sus pasiones fue la de ser profesor. Impartió varios cursos de Terapia Neural. Durante quince años formó parte del Instituto Superior Tecnológico Esculapio, institución de educación superior del Ecuador. Ahí fue el principal promotor del área de Naturopatía. 

Para mi padre lo más relevante de su práctica médica fue poder atender a sus pacientes en cualquier situación. Siempre se enfocó en la búsqueda del mejor tratamiento para cada uno de ellos, llegó a tener un vínculo de amistad con varios pacientes. A través de una comunicación clara y constante se convirtió inclusive en confidente de muchos de ellos. Todos llegaron a apreciarlo y quererlo.

Foto del Dr. Vejar con su fiel mascota

Familia

El vínculo con su familia y amigos, con quiénes compartía constantemente sus grandes gustos: parrilladas y catas de vino, fue intenso . Su pasión por su profesión, junto con el cariño y cuidado que siempre tuvo para con sus pacientes, amigos, estudiantes y familiares lo convirtieron en una persona muy querida. Pienso que tuvo el don de tocar a la gente, de cambiarla; y, por sobre todo, el de hacerse querer.

Fue una persona generosa,  llena  de planes, de proyectos a los que dedicaba mucho tiempo y energía. Quiso dejar algunas clases grabadas, asistir a congresos, leer más libros; quiso dejar su plataforma con las clases que impartía, no pudo hacerlo, pero fue uno de sus sueños: esparcir su sabiduría y su conocimiento. 

Papá murió en febrero de 2024. Su ausencia la sentimos profundamente todos aquellos que lo conocimos.

Estoy seguro de que papá esperaría de sus alumnos continuaran con sus ideas; que no fueran “papuleros”, como él se refería al mal ejercicio de la Terapia Neural; y, que sus amigos lo mantuvieran vivo en su memoria, que lo recuerden en sus anécdotas y vivencias compartidas. 

El patio de la casa de mis padres está lleno de colibríes, papá decía que sus plumas eran pequeños ángeles. Y, en esta forma distinta en que cada uno de nosotros lo recordará, pienso que para mi madre, su amada esposa Beby él será siempre su colibrí. Para cada uno de sus nietos será siempre “el Papi lindo” o el “Tata”; para mis hermanas Paulina y Michelle será siempre su “papito”, ese del “amor es para siempre”. Para mi hermano Esteban, su "confidente"; y para mí será “todo”: el colega, el maestro, el amigo, el compañero de sueños y pasiones, el que estaba dispuesto a buscar siempre alguna aventura, a iniciar algún estudio o aprendizaje nuevo, o simplemente a emprender un viaje.

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